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Perdió Boca. En realidad, claro, empató con Arsenal en Sarandí. Pero se entiende el concepto. Ante el peor equipo de la Liga, al que incluso le ganaba 1-0 con gol de Ramírez en el final del primer tiempo, dejó pasar la oportunidad de clasificarse ya mismo a la Libertadores 2022 por la tabla anual. Ahora, es cierto, deberá esperar lo que pase entre Lanús y Central (juegan este mismo sábado a las 21.30), pero se le escapó un triunfo que tenía en la mano, que no supo defender ni tampoco aprovechar. Sepúlveda, a 15 del final, se lo igualó 1-1, le sacó el pasaje inmediato y lo llenó de dudas para la final del miércoles ante Talleres, por Copa Argentina.

Lo peor es que Boca lo tenía. Tenía ese triunfo que le daba tranquilidad y algo de paz tras una semana súper agitada por el affaire Cardona-Villa-Zambrano.Es cierto, por el nivel del equipo, no alcanzaba para despejar la preocupación, pero sí para cumplir con el gran objetivo del año (entrar a la Copa) y luego esperar con otro semblante la final del miércoles en Santiago. Sin embargo, ante un flojo rival, mostró un rendimiento inquietante, jugadores casi sin resto físico, con errores alarmantes, que una vez más (ahora en la cancha) no pusieron el cuerpo por el entrenador. De hecho, Rossi terminó por salvarlo de la derrota en el final.

Encima, el equipo de Battaglia había marcado el 1-0 en un momento oportuno, anímicamente clave. Porque el primer tiempo se iba con un andar parsimonioso del equipo, sin explosión, sin sorpresa, sin creatividad, sin profundidad. Y por lo tanto, sin cantidad y calidad de situaciones (apenas un cabezazo de Izquierdoz y un tiro de Cardona). Hasta que a los 44 minutos de esa etapa apareció, justamente, el colombiano.

Siempre el más claro por default, aunque a su vez responsable directo de ese ritmo lento, Cardona rompió la lógica. Y así hizo imprevisible lo que parecía previsible. Pase con efecto a Fabra por encima de toda la defensa de Arsenal, cabezazo de su compatriota al centro del área, error de debutante de Papa para dejar que la pelota cruce todo el arco, taco de Vázquez de espaldas y gol de Ramírez. Por fin, gol de Ramírez (el primero que convirtió en 18 partidos y muchos intentos).

Si no hubiese sido por esa jugada, por ese error de Papa, por ese gol de Ramírez, Boca se hubiera ido al descanso lleno de preguntas. En realidad, ese 1-0 no debió invalidar esa sensación de incertidumbre. Porque nada cambió después. A pesar de que un gol en el fútbol modifica el ánimo, eleva la confianza, disminuye los temores y fortalece el temple, Boca mantuvo falta de consistencia futbolística en todo el segundo tiempo. Y encima, se retrasó. De hecho, necesitó de las manos de Rossi para sacarle un tremendo remate a Picco y otro de Viveros, en el final, que pudo ser derrota.

La cuestión es que lejos de sentirse aliviado por el 1-0, el equipo de Battaglia no logró aflojar el nivel de tensión por lo que estaba en juego (la clasificación a la Copa 2022). Le costó imponerse, pero más le costó superarse. Boca, está claro, necesita más de Boca. Y es evidente que llega a fin de año contrariado, con más voluntad que fútbol, atacado por problemas internos como los de Cardona, Villa y Zambrano y con un DT que, por partidos como éste en Sarandí, ante el rival más débil del torneo (por algo el Arse va último), no termina de convencer, de seducir, de afirmarse en el cargo. Más bien, con esta clase de actuaciones, parece alejarse definitivamente.

En efecto, Boca deberá mejorar muchísimo para la final del miércoles, para ir en busca de ese título que permita cerrar el año con otro sabor. Porque contra un rival muy débil, mostró una de sus peores caras. Flojísimo Villa en la general, sin explosión y sin desequilibrio (¿habrá pagado el efecto de la «inconducta»?); intermitente Ramírez, más allá del gol, con esporádicas apariciones; indiferente Montes, el que jugó por Almendra (que seguro volverá a la titularidad con Talleres); con chispazos de Cardona, el más claro hasta desapareció; y sin situaciones claras para Vázquez, quien igual dejó su selló en el resultado con ese taco-asistencia, el equipo de Battaglia tuvo en líneas generales una tarde deslucida.

Tuvo sí, en contrapartida, el empuje de Rojo en el primer tiempo (aunque luego cometió horrores en defensa que condenaron su buen partido), el equilibrio de Campuzano en el medio y las trepadas siempre criteriosas de Fabra (cuando atacó hizo lo que quiso), pero eso no fue suficiente. Durante casi todo el segundo tiempo caminó por la cornisa más de lo recomendable y coqueteó demasiado con el precipicio del empate. Hasta que se cayó. ¿Y ahora?

Cómo se clasifica​

El equipo de Battaglia, con 60 puntos, por ahora está quinto en la general junto a Estudiantes, ya tiene cinco puntos más que Lanús y seis más que Independiente. Por eso, si el Grana este sábado no supera a Rosario Central, el Xeneize ya tendría el Repechaje virtualmente asegurado. ¿Por qué? Sólo lo podría alcanzar Independiente, que está seis puntos y tiene dos partidos por jugar. Pero el Rojo está mal en la diferencia de gol (+8 contra +19 del Xeneize).

Pero en caso de tener el cupo asegurado al Repechaje no le quita valor a la Copa Argentina. Si sale campeón, irá directo a zona de grupos; si pierde, peleará con Estudiantes ) por el quinto lugar en esa general para acceder directo a fase de grupos. Si el Pincha este domingo empata o supera a Gimnasia, volverá a desplazar a Boca al sexto puesto.

fuente: Ole

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