Spread the love

El VAR se adueñó por completo de la llave entre Boca y Atlético Mineiro, que anoche dejó afuera de la Copa Libertadores al equipo argentino en los octavos de final, luego de que el cuerpo arbitral le anulara insólitamente un gol en Belo Horizonte, así como había sucedido en la Bombonera. Porque los conducidos por Miguel Ángel Russo quedaron eliminados por penales en el Mineirao, instancia en la que perdieron por 3-1, pero lo cierto es que el desenlace en la serie de los doce pasos quedó opacado y hasta condicionado por lo que antes había ocurrido en los noventa minutos de juego.

O por lo que se juzgó que había ocurrido. La escena en la que la tecnología cambió el rumbo del partido llegó a los 62 minutos, en medio de un segundo tiempo que ofrecía algo parecido a lo que se había visto en la primera parte: los dos corriendo pocos riesgos, algo más de los brasileños y un gran trabajo defensivo de Boca, cuyos hombres anulaban el poderío del que había sido el equipo mejor posicionado de toda la fase de grupos.

El 1-0 que no fue lo marcó entonces Marcelo Weigandt, luego de una mala salida de Éverson tras un tiro libre ejecutado por Sebastián Villa, porque el arquero quiso contener la pelota y se le terminó escurriendo hasta quedar a merced del lateral. Fue tras el festejo del ex Gimnasia con sus compañeros cuando, en un deja vú de lo que había sucedido en la Bombonera y también con el «Pulpo» González como protagonista, Esteban Ostojich le anuló al conjunto argentino otro gol a instancias del VAR.

En medio de una gresca generalizada en la previa de la determinación (y que continuó tras la eliminación, todavía en el estadio), el uruguayo fue llamado por el equipo tecnológico a cargo del chileno Julio Bascuñán y terminó cobrando un insólito offside de González. Una posición adelantada imperceptible a simple vista, y hasta dudosa en el microscópico juego del cuadro por cuadro, durante su intervención en la jugada que se analizó durante ocho minutos en Belo Horizonte.

Cuando llegó el momento de los penales, el fútbol ya no solo había sido intervenido: había sido desvirtuado y «reparado» fallidamente por la ilusión tecnológica. Tras el empate sin goles, solo Marcos Rojo convirtió en la serie de cara al arco. Erró Carlos Izquierdoz y Éverton le contuvo a Villa y a Esteban Rolón. Atlético Mineiro celebró tras el último remate de su arquero y luego de los aciertos de Nacho Fernández y Júnior Alonso. Pero mientras los brasileños esperan ahora por River o Argentinos Juniors -que este miércoles definen su pasaje a cuartos-, el fútbol sigue preguntándose hasta dónde seguirá metiéndose en sus cosas esa mano tecnológica cada vez más opaca y cada vez menos cerca de ser una buena amiga suya.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *