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El público de River terminó de descubrir a una nueva figura. Las luces de la clasificación a cuartos de final de la Copa Libertadores, luego de vencer por 2-0 de visitante a Argentinos Juniors, enfocaron nítidamente a Braian Romero, el delantero por el que Gallardo insistió en el cierre del libro de pases y enseguida puso de titular. Con sus dos goles en La Paternal, el muchacho de 30 años empezó a pagar ese crédito extendido. Y sonríe, como hincha de River que siempre fue.

El marcador lo abrió a los 35 minutos del primer tiempo, con un derechazo espectacular desde fuera del área, tras aprovechar un resbalón de Carlos Quintana, su marcador. En su tercer partido con esta camiseta, Romero, llegado desde Defensa y Justicia, ya celebró su primer tanto. Y fue un golazo.

Como si fuera poco, el propio delantero de 30 años consiguió el gol del 2-0 para River en el segundo tiempo. Cortesía de Matías Suárez, que condujo un contraataque a los 7 minutos del segundo tiempo y le cedió la pelota a su compañero cuando quedó mano a mano con Lucas Chávez, el arquero local: Romero se estiró, tocó la pelota y se fue a festejar.

Su intensidad no aflojó, tal vez por ese ímpetu de quien quiere aprovechar cada segundo ante la oportunidad de su vida. Siguió luchando, metiendo, pero sobre todo jugando. En una noche en la que River levantó su rendimiento, él fue la mejor imagen de eso. Y se levó el premio de haber sido la figura de la clasificación de su equipo, que jugará ante Atlético Mineiro en la próxima instancia.

¿Quién es Romero?

¿Por qué el Muñeco eligió a Romero? Más allá de que es un extremo reconvertido en delantero centro en la pasada temporada en Defensa con Hernán Crespo como entrenador, sus números asombran: de acuerdo a Opta, parte de Stats Perform, acumuló 18 goles en 18 partidos en competencias internacionales y nadie hizo más goles que él en ese tiempo. El jugador que lo sigue es Rony, de Palmeiras, con 12 anotaciones. Además, en su paso por Florencio Varela acumuló 21 goles en 33 partidos, completó 40 remates al arco de 87 totales, ganó la Copa Sudamericana 2020 como goleador con 10 festejos en nueve encuentros y marcó seis tantos en siete juegos de Copa Libertadores y dos en dos de la Recopa. Imparable.

Romero tuvo pasos breves por las inferiores de Chacarita en novena división y Tigre en sexta, pero había abandonado el fútbol por problemas familiares y la necesidad de cuidar y ayudar a su hermano más pequeño. Desde los 15 empezó a trabajar con su papá en una verdulería en Beccar y a los 16 años había tenido a su hija Sofía, por lo que el trabajo se volvió aún más una necesidad. Hasta que en 2010 un amigo le consiguió una prueba en Acassuso con 18 años. Pese a su edad, su juego le gustó a Fabián Nardozza y quedó. Y a partir de ahí comenzó la carrera del atacante al que le decían Lavandina, por su parecido con Gonzalo Bergessio.

Tras sus pasos por Acassuso (9 goles en 79 partidos entre 2011-2014), Colón (5 goles en 20 partidos en 2015), Argentinos Juniors (22 goles en 68 partidos y pilar del ascenso en 2017), Independiente y Athletico Paranaense, dio el gran salto de su carrera: firmó con River y se puso a disposición para jugar la Copa Libertadores , la Copa Argentina y el Torneo 2021.

Su llegada fue como un relámpago: se sumó al plantel y menos de una semana después debutó ante Argentinos, en la ida, como titular. También jugó contra Colón, el domingo. Y esta noche de miércoles, en La Paternal, se llevó el protagonismo: el chico que casi dejó el fútbol, de pronto, era la figura de River y su nombre (y su historia) corre entre los hinchas tanto como los videos de sus goles.

Para Romero, confeso hincha de River, es un sueño hecho realidad después de atravesar una dura enfermedad que casi lo obligó a dejar el fútbol cuando jugaba en Acassuso en sus inicios como profesional. En noviembre de 2012, mientras militaba en la Primera B Metropolitana, fue diagnosticado con artritis reumatoidea, que provoca la inflamación de las articulaciones y tejidos circundantes. “No vas a poder jugar más al fútbol”, le dijo un médico, tras realizar una consulta en Villa Urquiza al despertarse de una siesta por un dolor fortísimo en el sacro. Volvió a su casa en Beccar llorando junto a su esposa Romina y se aferró a Dios para conseguir otra chance en el fútbol. Y lo logró.

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