Es un paraíso verde rodeado de montaña. Allí se respira un aire muy especial que es el que da la naturaleza con la confluencia de su geografía. El Chinguillo está ubicado a 300 kilómetros de la Ciudad de San Juan, a 2050 msnm y es el último lugar habitado al norte de la provincia de San Juan, en Iglesia. Allí vive una familia, los Solar: Iván, Lorena y sus 2 hijos chicos. Hasta hace unos años, también estaba Don Juan Solar, el padre de Iván y quien habitó por primera vez la zona para formar su familia.
Hace dos años, él murió pero su hijo decidió apostar a un gran sueño que aquel había comenzado y que también era su propio sueño: producir uvas para generar su propio vino. «Queríamos ver cómo se daban estas uvas finas en altura. En el Chinguillo mi abuela solía producir la chicha para el vino patero. Y ella murió de 104 años hace más de 20 años», comenzó relatando Iván.
Fue inspirada por aquella abuela que padre e hijo empezaron allá el 2017 a producir viñas pensando en que «si la pérgola andaba bien, la viña al tener más sol de distintos lados, iba a andar mucho mejor». Y no se equivocaron. En el camino la vida les puso a Andrés Martín, un joven empresario, amigo de la familia, que se animó a acompañar esta iniciativa de hacer una prueba testigo de Malbec, Cabernet Sauvignon y Sauvignon Blanc. Para ello trajo una planta de viña de Mendoza y apostó a que prendiera en ese terreno tan virgen.
«Le cedimos a Andrés un terreno para que él haga esa prueba testigo. Gracias a Dios anduvo bien por las características del terreno, del clima, del sol, del aire, más el agua que se complementaba tan bien. Era imposible que no saliera un vino tan bueno como el que se presentó», agregó sobre «El Chinguillo», un vino edición limitada que fue presentado el pasado viernes en un evento especial.
Éste es una producción limitada y para ver la luz se superaron muchos desafíos que implicó regar diariamente con escasos recursos y enfrentar los límites que a veces ponía el tiempo, sin embargo nada los detuvo. «Con mi padre estuvimos todos estos años solos. Nos quedamos apostando a este lugar con mi papá. Somos 11 hermanos y yo estoy convencido de que no podía bajar los brazos y este lugar no podía desaparecer con el tiempo», explicó Iván.
Por motivos de salud la mamá de Iván tuvo que viajar a la ciudad de San Juan hace varios años pero también lo hicieron sus hermanos quienes se radicaron acá para estudiar y trabajar. En el Chinguillo, Iván conoció a Lorena, hizo su casa y tuvo 2 hijos de 5 y 7 años de edad. Allí todos se ocuparon de mantener vivo el sueño de los viñedos. «No es nada plantar una viña sino mantener el agua de regadío. Tenía que desmontar 3 mil metros de canal», recordó subrayando: «era bonito ver la viña pero había que ver el resultado final».
De la mano de esta producción se proyectaron a un futuro «grandísimo» y a fuerza de mucho sacrificio tuvieron en el 2020 la primera producción. En aquel entonces se hizo una cofermentación de Malbec y Cabernet Sauvignon, porque de ambas variedades habían pocas uvas y no se podía vinificar por separado. El mismo se fraccionó a mediados del 2021 y ahora llegó en botella al mercado.
En el 2021 se elaboró Sauvignon Blanc, 30 litros, que es muy poco pero en esta ocasión la producción de Malbec y Cabernet Sauvignon fue más grande. Juan Camuñas, el enólogo a cargo, explicó que se logró producir 300 kilos de Malbec y 200 de Cabernet Sauvignon, lo que permitió ampliar la elaboración. «Se pudo elaborar por separado. El Malbec alcanzó para llenar una barrica francesa, donde estuvo 12 meses con varios usos para intervenir lo menos posible en las cualidades del vino y que no tenga ningún aporte exógeno. Sino que permita experimentar qué da sólo la uva del lugar sin intervenciones extrañas a la uva como es la madera», explicó el enólogo.
Luego se fraccionó a mediados del año pasado y lleva más de un año en botella. Ahora las tres variedades son las que se pondrán a la venta puntualmente en El Chinguillo, Iglesia, para el turista o interesado que llegue a esa zona. Son cantidades de vino muy pocas porque además en el 2021 y 2022 la naturaleza hizo lo propio y complicó la producción.
Ahora la familia Solar está apostando a crecer y junto a Andrés ya planean plantar mil más para extender el viñedo. 500 plantas vendrán de Mendoza e Iván he hecho una cantidad importante de uvas para Cabernet Sauvignon y Sauvignon Blanc con las mismas propias que podó en este 2023.
El valor de la familia y la continuidad
Antiguamente se decía que un «chinguillo» era un cesto de mimbre redondo que servía para acarrear minerales pero también alimentos, a lomo de burro. Por el parecido que tiene la geografía límite de Iglesia a aquel cesto es que se llamó al lugar El Chinguillo. Don Juan Solar llegó en el año 1945 a aquel lugar cuando era chico y se quedó con su familia allí para siempre.
En la década del 60 hizo pareja en aquel lugar inhóspito, donde era todo campo que se usaba para pastoreo pero sin producción. Al tiempo se casaron y tuvieron 11 hijos. «Mi papá y mi mamá siempre nos enseñaron que lo importante es la unión de la familia. Eso es muy importante para nosotros», contó Iván Solar quien destacó que al principio eran alrededor de 30 personas más algunos puestos aledaños. En 1985 se gestionó el lugar como pueblo y con el correr de los años, hasta el 2000, se hizo una capilla y en el 90 hicieron una escuelita, un cementerio y una turbina para recurso energético, paneles.
Hace 3 años, Don Juan murió e Iván quedó sólo en el lugar con su esposa e hijos. «Nos quedamos solos y seguí yo apostando a este lugar porque yo amo este lugar y lo amaré hasta el día que Dios diga basta. Tengo la satisfacción de decir que he nacido y estoy viviendo en el Chinguilo», finalizó subrayando: «el Chinguillo es un lugar de oportunidades y es un lugar de progreso pero no sólo para uno mismo sino para las futuras generaciones, para los que vienen. Quiero que mis hijos sigan defendiendo esto como lo hago yo o lo hizo mi padre. Sigo transformando el lugar día a día, todos los días junto con mi familia».
fuente: DLPSJ