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Cinthia Rivero, una joven sanjuanina, realizó un posteo en Facebook alertando sobre una situación riesgosa que le tocó vivir en calle Sarmiento, a metros de Libertador. Fue allí donde se encontró con un hombre con acento porteño que la paró en la calle para decirle que le escribiera en un papel una dirección. Ella lo hizo, minutos después comenzó a sentirse muy mal, descompuesta.

La joven llegó como pudo a la avenida Libertador. La sospecha es que el hombre -a quien describió como un sujeto calvo, excedido de peso, de ojos celestes- la quiso drogar con burundanga, una droga que adormece a las víctimas y las deja «zombies».

Una intoxicación con burundanga produce sequedad de piel y mucosas, sed, dificultad para deglutir y hablar, pupilas dilatadas con reacción lenta a la luz y visión borrosa para objetos cercanos. La piel se enrojece por vasodilatación cutánea y disminución de la sudoración e hipertermia marcada. La frecuencia cardíaca aumenta, hay retención urinaria por espasmo del esfínter.

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