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En el escenario del Teatro Argentino de La Plata, la vicepresidenta Cristina Kirchner marcó el sendero y el tono de la próxima campaña del Frente de Todos con un mensaje sobre quién tendrá la última palabra en el manejo de la economía en un contexto en el que se presentan como novedosas propuestas que ya se pusieron en práctica -aquí y en otras partes del mundo- y que fracasaron de manera estruendosa. Cristina eligió confrontar principalmente con el candidato libertario Javier Milei: refutó sus planteos y también su griterío contra la «casta». «No es casualidad que la única dirigente política que fue condenada, proscripta y que intentaron asesinar sea una sola. Esos mamarrachos que andan diciendo que la casta tiene miedo. Si a vos nunca te pasó nada, caradura», le retrucó. Ante la reacción de la platea con el estribillo «Cristina presidenta», los atajó. «No, presidenta no. Yo ya viví, ya dí lo que tenía que dar», sostuvo.

La vicepresidenta aprovechó el lanzamiento de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner -iniciativa que elogió calurosamente- para desarrollar los temas de la economía que le preocupan. El título «La Argentina Circular» anticipaba el punto. Las propuestas lanzadas por la oposición como si fueran la gran solución para los problemas que arrastra el país que no sólo parecen impracticables sino que ya se utilizaron y terminaron mal. «Estamos todos discutiendo lo que fracasó hace más de 20 años», comentó, relacionando a Milei con el ex ministro Domingo Cavallo, de quien se declara admirador. La convertibilidad de ayer y la dolarización de hoy, que se presentan como soluciones mágicas contra la inflación. «Tal vez frustre el futuro», profetizó.

La convertibilidad empezó con el plan Bonex que incautó los ahorros de los argentinos y terminó con el corralito, con resultado parecido y la reacción popular consecuente. Pero, el colmo, mostró como ni siquiera soluciona la inflación porque en Ecuador -uno de los pocos países del mundo que dolarizó- los precios siguieron subiendo. Planteó que las soluciones estaban por otro lado. Por ejemplo, en lo referido al déficit, en lo poco que tributan las grandes empresas y el monto que acumulan las promociones fiscales y las exenciones tributarias en relación al PBI, mucho mayor que lo destinado a la tan criticada ayuda social. Una doble vara que se ve en varios rubros. «Cuando el Banco Central emite para los bancos parece que no produce inflación», ironizó.

Mostró una lista de las empresas que concentran el mercado. «Estas 20 empresas manejan el 74% de la facturación de lo que vas a comprar a la góndola», explicó. Ahí fue cuando sostuvo que por denunciar estas cosas la persiguen mientras que al resto de la dirigencia no le pasa nada. Cristina claramente quiso subir al ring a Milei, a quien las encuestas muestran en sostenido crecimiento. En los últimos días, incluso, aparecieron sondeos que lo ubicaron peleando en bastiones del peronismo en el Conurbano. La baja de Cristina de las candidaturas, por increíble que parezca, va en parte a Milei. De ahí que la vice haya buscado confrontarlo y advertirle a esos electores sobre el engaño de sus propuestas. Por otro lado, en el Instituto Patria imaginan que el escenario que más le conviene al Frente de Todos es el de un ballotage contra el libertario.

Como en anteriores presentaciones, Cristina marcó que el déficit y la emisión no son las únicas causas de la inflación, sino principalmente la falta de dólares y su incidencia en una economía bimonetaria. En esta ocasión fue enfática también en la incidencia del acuerdo con el FMI y su carácter inflacionario, que calificó como «una política enlatada». Exhibió otro gráfico sobre el ascenso imparable de la inflación a partir de la firma del acuerdo. «La tasa de devaluación tiene que acompañar a la inflación, en un país de economía bimonetaria como el nuestro», explicó el problema. Una línea también para la renegociación que encabeza el ministro Sergio Massa y su equipo.

Hubo mensajes en otras direcciones, tanto para afuera como hacia adentro. A los candidatos de Juntos por el Cambio los asoció con la Alianza e ironizó sobre el desfile ante los empresarios en Llao Llao «a ver quién va a ajustar más». «El jefe de gobierno de la Ciudad estaba a cargo del PAMI, integraba el grupo sushi junto a la que era ministra de Trabajo, que habían descontado el 13% a jubilados y trabajadores estatales», dijo sobre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Y recordó que Ricardo López Murphy duró diez días como ministro de Economía de Fernando de la Rúa luego de que lo echara la Franja Morada por su propuesta de arancelar las universidades públicas.

En los plateas se ubicaron representantes de todos los sectores del Frente de Todos. El presidente Alberto Fernández no fue invitado pero sí hubo funcionarios cercanos como la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, acompañada por su marido, el publicista «Pepe» Albistur, y el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. Con todo, la vice no se privó de dirigir algunos dardos al Ejecutivo. 

«Tuvimos un superávit comercial de 45 mil millones de dólares entre diciembre de 2019, pero una parte muy importante se fue en el pago de la deuda privada de empresas privadas. No debieron haber salido esos dólares», remarcó en una crítica dirigida a Alberto y a aquel equipo económico de Martín Guzmán y el sobreviviente presidente del Banco Central, Miguel Pesce, que de nuevo aparece en la lista de cuestionados. Remató explicando que esos dólares que debían dirigirse a la actividad económica se destinaron a pagar deuda. «Se podría haber evitado, se habrían enojado algunos. Este es el problema de querer gobernar y conformar a todos, finalmente terminas enojando a todos». Fue la más directa para el Presidente.

Hubo tirones de oreja hacia adentro. Por ejemplo, cuando habló de salir a discutir a la calle con la gente las ideas que estaba desarrollando. «Son hermosos los actos y nos encantan a todos, pero sustituyamos también eso un poco por el cuerpo a cuerpo con los compañeros y compañeras y con los ciudadanos y ciudadanas, dando debate», reclamó. Recordó aquella famosa alusión suya a que sacaran el bastón de mariscal pero agregó que «no utilicen el bastón para dárselo en la cabeza a otro compañero o a otra compañera sino para ayudar a pensar una sociedad, un país diferente».

Los que fueron a La Plata en busca de una definición sobre su candidatura, se fueron con sabor a poco. «No se hagan los rulos, ya se los dije muchas veces», fue su reacción ante el primer «Cristina Presidenta» con que la recibieron. En el clímax del mensaje, cuando destacó ser la única dirigenta política perseguida, volvió a surgir el canto. «No, presidenta no. Yo ya viví, ya di lo que tenía que dar. Temo por los jóvenes, por los pibes, porque hay demasiada cobardía, demasiada hipocresía», replicó. Tampoco hubo referencias a algún delfín que pudiera representarla. Si bien avaló el trabajo del ministro Sergio Massa -citó el acuerdo con China para pagar en yuanes las importaciones-, pareció lejos de una bendición.

Más que señalar tal o cual candidato, Cristina reclamó «un programa de gobierno, tenemos que ver cómo vamos a manejar nuestros recursos» y advirtió sobre las viejas propuestas que buscan reciclarse: «no podemos tener la cabeza tan vieja, las nuevas generaciones se merecen que tengamos la cabeza abierta». Con un mensaje didáctico sobre los desafíos económicos que amenazan el futuro y confrontando -por momentos, en el mismo tono exaltado que utilizan ellos- con una oposición que busca vender lo viejo bajo el disfraz de lo moderno, la vicepresidenta anticipó el pulso de la campaña del Frente de Todos. En definitiva, indicó, «la gran discusión no va a ser si el capitalismo sí o no, sino quien conduce los procesos de producción para no dañar tanto el medio ambiente, para que haya mayor igualdad. Si los dejamos a los mercados o es el Estado, la política, quien vuelve a tomar la dirección».

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