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Era casi la una de la mañana del sábado último cuando Carlos Francisco Amín dio su último suspiro y partió de este mundo. En otro contexto y sin pandemia, habría estado orquestando el inicio del baile en el local nocturno que administraba. Sin embargo, le tocó vivir este tiempo y convertirse en una víctima más que el Covid se cobró. Quien dejó de existir a sus 73 años no era solo un hombre, era un célebre personaje de la cultura nocturna, era el ‘Turco’ Amín.

Pese a la tristeza y la sorpresa que causó su muerte, más de uno recordó alguna anécdota que con el empresario que fue pionero en lo suyo, que vivió como quiso y que nunca se olvidó de sus raíces, de su Caucete querido. Descripto por los suyos como un hombre generoso, familiero y atento a los demás, el descendiente de sirios se hizo desde abajo y, a base de gran esfuerzo, ganó fama y un buen número de amistades de todo los tipos y colores.

Su carrera como empresario de la noche arrancó tras haber tenido paso por la Policía durante 15 años, cuando se retiró en 1984 como Oficial Principal. Previamente, había organizado eventos en su ciudad natal, llevando figuras como Los Iracundos y otros grupos de moda por aquellas épocas. Con esa única experiencia, se lanzó a la aventura del entretenimiento sin tabúes ni restricciones con la inauguración de su primer cabaret, Taffany’s.

En un subsuelo situado en Aberastain y Laprida, las noches en su ‘boliche’ eran más cálidas y bastante concurridas por caballeros que pretendían ver a mujeres en paños menores. Por aquellos años no había una prohibición como la que actualmente existe y por ello todo funcionaba de maravilla para el ‘Turco’.

Siempre inquieto y con la necesidad de evolucionar, el empresario se mudó varias veces de lugar y, con el cambio, también nacieron nuevas wiskerías como la de calle Sarmiento, en pleno centro, llamada Tabaris y años más tarde la de calle 9 de Julio y Urquiza, Chivas. Aunque diferentes, todas tenían la misma esencia: un anfitrión que trataba a sus clientes como reyes, según destacaron de su entorno.

Como uno de los pocos propietarios de ese estilo de sitios dedicados al placer sexual, el ‘Turco’ incursionó con los espectáculos que se montaban en su escenario. «Eran al nivel de Buenos Aires por la producción que tenían y resultaban innovadores porque los clientes podían ir acompañados de sus parejas femeninas. Hasta ese momento era inaceptable que una mujer fuera a ver un show de striptease», detalló una fuente cercana y siguió: «Él hizo que eso cambiara, que esos tabúes se terminaran».

Quizás el ‘boliche’ más importante que tuvo fue Parada 14, no sólo por la cantidad de años que lo regenteó sino por los comentarios y las fantasías que el mismo lugar despertaba. Ubicado detrás de la Legislatura, muy pocos sanjuaninos llegaron a desconocer aquel sitio que para muchos se transformó en mítico por los momentos allí vividos.

Cuando las leyes prohibieron su actividad, se vio obligado a cerrar y continuó ligado a la noche con las discos y bailantas; muchas de ellas también conocidas. Su primera vez con un boliche había sido en Rodeo y, como la experiencia fue grata, nuevamente se lazó a la pileta. Arrancó con el Nuevo Sol, siguió con Champagne y luego con Siria (en honor a sus antepasados), la que se volvió una bailanta en la que grupos cumbieros y cuarteteros ofrecieron sus shows.

Finalmente, el último local que manejó fue Urquiza Pub (Estación Urquiza). «Inició como un local bailable, después agregó comedor y cena show. Siempre pensaba en avanzar, en crecer y superarse», destacaron desde su entorno. Con el desembarco del coronavirus y la crisis que trajo, la que forzó el cese de la actividad nocturna en la provincia, para mantener a sus empleados abrió las puertas de su reconvertida forma de subsistir: cocina rápida con delivery.

«Era todo un personaje», dicen los que lo conocían. «Una vez invitó a sus amigos cauceteros, a los que les costaba salir de sus pagos, al festejo de su cumpleaños. Pepe Bernal y Juan Pont hicieron el esfuerzo y cuando llegaron notaron que eran los únicos con regalos. El ‘Turco’ los recibió con una enorme sonrisa, les agradeció los presentes y su asistencia, pero les confesó que no era su cumpleaños. Fue una mentira, una excusa para compartir con ellos una noche más», contó un allegado.

Quizás presentía que algo inesperado podría arrebatarle la felicidad y con el deseo de ganarle a la muerte, su cumpleaños número 70 -en el que tiró la casa por la ventana- lo festejó tres días antes. «Dijo que tenía miedo de no llegar y, como era muy ansioso, se adelantó», recordaron entre risas.

Devoto de la Difunta Correa y de San Expedito, amante de los autos y la velocidad, padre dos dos hijos y un conquistador de primera, así lo describen quienes lo vieron crecer y triunfar. El que exigía que a su boliche los hombres entraran con zapatos, el que tomaba decisiones de forma impulsiva y vivía sin horarios, con más horas conviviendo con la luna que con el sol, así siempre recordarán al ‘Turco’, el Señor de la Noche.

fuente: tiempo san juan

 

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