En la tarde del lunes 1 de julio de 1974, María Estela Martínez de Perón, en ejercicio de la presidencia desde el sábado 29 de junio, anunció al país la trágica muerte del teniente general Juan Domingo Perón. El líder del movimiento trabajador, aquejado por una cardiopatía isquémica crónica y otras complicaciones de salud, falleció a las 13:15 tras un paro cardíaco irreversible.
El anuncio sumió a la nación en duelo, con manifestaciones de pesar que incluyeron un cese general de actividades decretado por Adelino Romero, secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), y seguido por Julio Broker de la CGE, quienes convocaron a empresarios y trabajadores a unirse en el luto nacional.
Los restos de Perón fueron velados en la quinta presidencial de Olivos y posteriormente en la Catedral Metropolitana, donde miles de argentinos se congregaron para rendirle homenaje. El cortejo fúnebre, que atravesó las calles de Buenos Aires bajo una intensa lluvia, fue seguido por una multitud incalculable que acudió para dar su último adiós.
Actos ceremoniales y religiosos marcaron el traslado del cuerpo desde Olivos hasta el Palacio Legislativo, donde fue despedido por figuras políticas nacionales e internacionales. La magnitud del luto reflejó la importancia histórica de Juan Domingo Perón en la vida política y social de Argentina.