La escena quedó grabada en su memoria con una nitidez dolorosa. Erica Marín tenía 10 años cuando su hermanita menor, que había sido trasplantada del hígado en el Hospital Garrahan, empezó a quedarse sin aire en su casa de Las Chacras. Una traqueotomía le impedía respirar con normalidad. Pero no había oxígeno. Y tampoco había luz eléctrica en el pueblo. Nadie pudo hacer nada. La pequeña de apenas 3 años murió asfixiada.
En ese momento, sin saber bien cómo ni con qué herramientas, Erica se hizo una promesa silenciosa: que iba a prepararse para ayudar a su gente, para que nadie más muriera así, en soledad, en un rincón olvidado, sin acceso a lo básico. Dieciséis años después, esa promesa está más viva que nunca, porque esa niña convertida en mujer cumplió su palabra. Hoy, a sus 26 años, Erica es agente sanitaria indígena y recorre en moto o a caballo las zonas más alejadas de Caucete: Las Chacras -el pueblito donde nació y aún vive-, Marayes, Bermejo y La Planta. Conoce a cada vecino por su nombre, sabe qué tratamiento hace cada uno y es el primer eslabón entre la comunidad y el sistema de salud. Es, en palabras de sus vecinos, “un ángel de la salud”.
“Lo de mi hermana me quedó grabado… era difícil sacármelo de la cabeza. Por eso empecé a prepararme, más que nada para poder dar primeros auxilios. Es algo que me marcó”, cuenta con voz tímida mientras se mueve de un lado a otro en pleno operativo territorial del Ministerio de Salud en Las Chacras. Lo de su hermanita no fue el único drama familiar que la marcó: cuando tenía 15 años su papá sufrió el primero de una serie de ACV, y fue entonces cuando aprendió a tomar la presión y empezó a asistir a los vecinos, sin ser aún profesional, solo por vocación. “Yo era menor de edad, pero los vecinos me llamaban cuando necesitaban que alguien les tomara la presión”, recuerda sobre aquellos primeros contactos con la comunidad, siempre ad honorem: “Lo hacía porque me gustaba ayudar y para sanar lo de mi hermana”.
Erica nació y se crió en Las Chacras, el pequeño paraje caucetero donde hoy viven apenas 69 personas, al que se accede por una huella de tierra de unos 35 kilómetros que hay que recorrer tras llegar a Marayes. En Google Maps no hay ningún camino que indique cómo llegar hasta ese poblado que lucha por no desaparecer, aunque actualmente está mucho más actualizado: hay luz, agua y hasta internet.
La protagonista de esta historia cuenta que creció entre caballos, cuidando animales y jugando en el campo junto a sus hermanos. “Eso lo sigo haciendo cuando tengo tiempo, no quiero perder las costumbres”, dice. Son nueve hermanos, pero a una de ellas -la pequeña que falleció- la lleva siempre con ella como motor.
En 2023, gracias a una beca nacional destinada a integrantes de Pueblos Originarios, comenzó a desempeñarse como agente sanitario. La comunidad huarpe de Las Chacras pidió que alguien de la zona ocupara ese rol. Y Erica era la indicada. Se capacitó a través de cursos nacionales, muchos online, sobre RCP, diabetes, hipertensión y primeros auxilios. Además, una de sus hermanas, que trabaja como portera, la ayudó a pagar otros cursos para que pudiera formarse mejor.
“Estuve un año sin cobrar la beca, pero igual seguía y le ponía todas las ganas mientras mis hermanos me bancaban. Yo seguía yendo en mi moto de un lugar a otro, llevando medicaciones, gestionando turnos, haciendo visitas”, dice. En diciembre pasado, fue convocada por el Gobierno de la provincia para formalizar su puesto, y desde el 7 de enero de este año cumple tareas como personal nombrado de la Zona Sanitaria II.
Su trabajo se reparte por semanas: se instala en Las Chacras, Bermejo, La Planta o Marayes, y desde allí recorre casa por casa. Cuando está en su pueblo natal, duerme en la casa familiar. En Bermejo, se aloja en lo de su novio. Los trayectos los hace en moto o a caballo si anda por Las Chacras. También incorporó una herramienta clave: el WhatsApp. Gracias al acceso a internet, ahora puede hacer seguimientos a distancia. “Estoy en contacto permanente con todos, me escriben o llaman a toda hora. No me molesta. Lo hago con amor”, expresa con naturalidad.
Durante el operativo sanitario reciente en Las Chacras, organizado por el Ministerio de Salud, su figura se destacó entre médicos y enfermeros, pues era la que más conocía a la gente, la que organizaba, derivaba, orientaba. Por eso se llevó el reconocimiento de los vecinos y de José Bernal, director de la Zona Sanitaria II, quien resaltó su trabajo: “Erica es indispensable. Ella sabe quién es quién en cada pueblo, qué enfermedades tiene cada uno, y qué tratamiento hace. Es una referente real”.
He participado en casos jodidos y muchas veces hemos podido salvar a vecinos. Eso me reconforta”.Erica Marín – Agente sanitaria
La joven no usa guardapolvo ni estetoscopio, pero su presencia genera la misma seguridad que un médico experimentado. “Estoy muy orgullosa porque la gente está contenta con lo que hago. Me emociona saber que confían en mí”, dice con una sonrisa suave, mientras acaricia con la mano el cuaderno donde anota los datos de los vecinos.
Porque lo suyo no es solo trabajo: es una misión de vida. La que empezó aquella tarde trágica en que su hermanita no pudo respirar.
fuente: diario de cuyo