Fue un súper en el que Boca lo ganó a lo Boca y River lo perdió ni siquiera a lo River de los años 90: casi ni llegó.

Es raro decirlo, es raro escribirlo, pero esta vez, Gallardo empeoró a River. Pateó el tablero… y rompió todo el mobiliario. Desarmó a su propio equipo. Antes y durante el partido. De jugar sin 9 en el PT pasó a jugar con doble 9 en el segundo. De jugar con línea de cinco, pasó a poner a Paulo Díaz de lateral. Todo raro. Todo forzado. Un plan maestro que fue puro desconcierto para sus propios jugadores. Porque más allá de ganar o perder un clásico (eso a veces es algo fortuito), lo cierto es que su River jugó mal, muy mal. De sus peores partidos del torneo.
Incluso el ingreso de Beltrán, que entró en el ST y corrió todas y exigió, desnudó más todavía lo desacertada que fue la alineación inicial. Está claro que Enzo, el corazón de este equipo, queda muy solo; que De la Cruz es el motorcito de una máquina riverplatense que ya no funciona como antes y hoy escupe aceite por todos lados; que a Herrera le costaron el partido y el contexto; que Armani siempre da la cara, que Barco en el multiple-choice entre opciones A y B elige siempre Z…

Lo cierto es que Boca lo juega como debe jugarse este tipo de partidos. Y sin sobrarle nada, pero dándolo todo, se lleva un triunfo que nunca estuvo en duda. River llegó poco y nada. Boca lo ganó a lo Boca y River lo perdió ni siquiera a lo River de los años 90: porque en aquellos tiempos generaba chances y hacía figura al arquero rival. Esta vez, ni eso.
Con este triunfo no deberá confundirse, Boca. Esta película ya se vio. Ganarle a River y, después, Russo yéndose, Battaglia yéndose. Deberá diseñar bien el futuro Román, porque La Boca es alegría, La Boca es carnaval, pero La Boca (él mismo lo sabe) necesita más. Conocer, por ejemplo, qué pasará: si es Ibarra o no es Ibarra el técnico elegido para el año que viene y no ir surfeando la ola de acuerdo con un par de buenos resultados. Puede resultar antipático en este momento, pero qué mejor que ahora, con la tranquilidad que da otro Súper ganado. Porque está muy bien salir a hablar cada vez que se le gana a River y marcar lo hermoso que es ser hincha de Boca y que el hincha está loco (eso ya lo sabe cualquiera que conozca a uno), pero, sobre todo, hace falta saber qué será de la vida de este Boca y su DT, más allá de si se corona en octubre con un título.