“Aunque sea un gracias”. La frase pronunciada por uno de los bomberos que desde hacía seis días se encuentra combatiendo los incendios en la zona de Capilla del Monte y que estuvo en los momentos más complicados de las llamas golpea en seco en medio de la tierra, las cenizas y el viento, que otra vez volvían a preocupar a los brigadistas que se encontraban en el centro de operaciones armado sobre la ruta 38.
Y no hablaba de los vecinos, que aún este miércoles seguían acercando alimentos y bebidas a los bomberos. El efectivo se refería a otra situación.
Mientras el helicóptero que trasladaba al presidente Javier Milei y a funcionarios nacionales y provinciales se alejaba de ese lugar luego de llevar a cabo un sobrevuelo por las zonas afectadas por los incendios, los bomberos (que estuvieron formados, vestidos y firmes durante más de una hora en medio del sol que quemaba en la siesta del norte cordobés) rompían filas y sus jefes les ordenaban descansar, pero en sus miradas y gestos había un sabor a poco.
El “gracias” lo escuchan a cada paso que dan con sus uniformes que mezclan el color amarillo con el negro de las cenizas que cubren buena parte de sus rostros. Hombres, mujeres, chicos que desde los 13 o 14 años sintieron la vocación de servicio y se alistaron en la brigada de la que hoy son parte.
No hay que negarlo, todos los que estuvimos allí lo vieron. Esperaban otro “gracias”. Lo esperaban del Presidente o de alguno de sus funcionarios. Igual, todos lo tomaban como algo anecdótico.
Se sacudieron el polvo y la ceniza y se sentaron a esperar que los llamaran para relevar a sus compañeros que, en su mayoría, estaban custodiando los puntos calientes en un Capilla del Monte que tenía otro semblante.
Contrariamente a lo que había ocurrido desde la semana pasada, este miércoles el mayor movimiento pasó por el centro de operaciones del Plan del Manejo del Fuego. Fue un día de mucho ajetreo de autoridades y actividad menos agitada para las brigadas que acudieron a combatir las llamas. Y eso no era poco. Era muchísimo para bomberos que mostraban otro semblante.
Los nervios y la tensión estaban en otro lado: el de los funcionarios políticos y de seguridad. Arrancó con un ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quinteros, tildando de “hijos de puta” a los que inician los incendios de manera intencional, término que repitió hasta el cansancio en cada nota que dio.
Pero, la llegada del presidente Javier Milei, de su hermana Karina y de una parte de sus funcionarios marcó todo y todo se hizo pensando en que el mandatario nacional bajaría al menos a saludar a los brigadistas. Finalmente, eso no ocurrió.
El pasto del helipuerto se regó una y mil veces. Los camiones se comenzaron a acomodar en hileras de manera prolija a partir del mediodía. Hasta un banderillero del Ejército practicaba detrás de un vehículo militar las señas que debería hacer en caso de que aterrizara la aeronave. El despliegue de seguridad se hacía más intenso y hasta los periodistas fueron alejados hacia un lugar encintado que habitualmente se le llama “corralito”.
“¿Viene, no viene?”, “¿se bajará?”, “ya salió de Buenos Aires y viene para acá”. La única certeza era que nadie tenía claro lo que iba a pasar. Ni siquiera las autoridades de seguridad de la Provincia que estaban en el comando. “Nos dijeron que armáramos todo, eso estamos haciendo, no sabemos nada”, dijo un alto jefe policial ante las reiteradas consultas de los periodistas por el intenso movimiento que se generó.
A lo lejos, comenzó a escucharse el bramar de los helicópteros. En uno de esos venía Milei. En el otro, las autoridades del Plan del Manejo del Fuego. La formación de los bomberos se puso más firme que nunca mirando al cielo. “Pasó, pero ya vuelve y aterriza, mirá cómo se está armando todo. El otro helicóptero aterrizó más lejos”. No pasó. La aeronave volvió y pasó tan rápido y tan alto como la primera vez.
¿Se habrá visto desde allá arriba el saludo de los bomberos? Ojalá que sí. Ellos no lo saben. Sólo esperaban quizás un “gracias” y una mano estrechada. No pasó y para ellos, como dijo una de las brigadistas más jóvenes, “ya fue”. Se acomodó el casco, se subió a la camioneta y partió a relevar a sus compañeros que venían desde la montaña. Otro día de combate contra las llamas pasó y el resultado que ellos esperan está cada vez más cerca: declarar por extinguidos los incendios.
El resto es anecdótico. Para ellos, los verdaderos héroes, fue otro día en la oficina. Estos “héroes”, a diferencia de los del Congreso, no necesitaban un asado de homenaje (que además en las sierras no puede hacerse). Solo un “gracias”.
fuente: La Voz
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Córdoba: Milei dejó plantado a los bomberos y no dio ningún anuncio de ayuda
Porfelix alvarez
Sep 26, 2024
“Aunque sea un gracias”. La frase pronunciada por uno de los bomberos que desde hacía seis días se encuentra combatiendo los incendios en la zona de Capilla del Monte y que estuvo en los momentos más complicados de las llamas golpea en seco en medio de la tierra, las cenizas y el viento, que otra vez volvían a preocupar a los brigadistas que se encontraban en el centro de operaciones armado sobre la ruta 38.
Y no hablaba de los vecinos, que aún este miércoles seguían acercando alimentos y bebidas a los bomberos. El efectivo se refería a otra situación.
Mientras el helicóptero que trasladaba al presidente Javier Milei y a funcionarios nacionales y provinciales se alejaba de ese lugar luego de llevar a cabo un sobrevuelo por las zonas afectadas por los incendios, los bomberos (que estuvieron formados, vestidos y firmes durante más de una hora en medio del sol que quemaba en la siesta del norte cordobés) rompían filas y sus jefes les ordenaban descansar, pero en sus miradas y gestos había un sabor a poco.
El “gracias” lo escuchan a cada paso que dan con sus uniformes que mezclan el color amarillo con el negro de las cenizas que cubren buena parte de sus rostros. Hombres, mujeres, chicos que desde los 13 o 14 años sintieron la vocación de servicio y se alistaron en la brigada de la que hoy son parte.
No hay que negarlo, todos los que estuvimos allí lo vieron. Esperaban otro “gracias”. Lo esperaban del Presidente o de alguno de sus funcionarios. Igual, todos lo tomaban como algo anecdótico.
Se sacudieron el polvo y la ceniza y se sentaron a esperar que los llamaran para relevar a sus compañeros que, en su mayoría, estaban custodiando los puntos calientes en un Capilla del Monte que tenía otro semblante.
Contrariamente a lo que había ocurrido desde la semana pasada, este miércoles el mayor movimiento pasó por el centro de operaciones del Plan del Manejo del Fuego. Fue un día de mucho ajetreo de autoridades y actividad menos agitada para las brigadas que acudieron a combatir las llamas. Y eso no era poco. Era muchísimo para bomberos que mostraban otro semblante.
Los nervios y la tensión estaban en otro lado: el de los funcionarios políticos y de seguridad. Arrancó con un ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quinteros, tildando de “hijos de puta” a los que inician los incendios de manera intencional, término que repitió hasta el cansancio en cada nota que dio.
Pero, la llegada del presidente Javier Milei, de su hermana Karina y de una parte de sus funcionarios marcó todo y todo se hizo pensando en que el mandatario nacional bajaría al menos a saludar a los brigadistas. Finalmente, eso no ocurrió.
El pasto del helipuerto se regó una y mil veces. Los camiones se comenzaron a acomodar en hileras de manera prolija a partir del mediodía. Hasta un banderillero del Ejército practicaba detrás de un vehículo militar las señas que debería hacer en caso de que aterrizara la aeronave. El despliegue de seguridad se hacía más intenso y hasta los periodistas fueron alejados hacia un lugar encintado que habitualmente se le llama “corralito”.
“¿Viene, no viene?”, “¿se bajará?”, “ya salió de Buenos Aires y viene para acá”. La única certeza era que nadie tenía claro lo que iba a pasar. Ni siquiera las autoridades de seguridad de la Provincia que estaban en el comando. “Nos dijeron que armáramos todo, eso estamos haciendo, no sabemos nada”, dijo un alto jefe policial ante las reiteradas consultas de los periodistas por el intenso movimiento que se generó.
A lo lejos, comenzó a escucharse el bramar de los helicópteros. En uno de esos venía Milei. En el otro, las autoridades del Plan del Manejo del Fuego. La formación de los bomberos se puso más firme que nunca mirando al cielo. “Pasó, pero ya vuelve y aterriza, mirá cómo se está armando todo. El otro helicóptero aterrizó más lejos”. No pasó. La aeronave volvió y pasó tan rápido y tan alto como la primera vez.
¿Se habrá visto desde allá arriba el saludo de los bomberos? Ojalá que sí. Ellos no lo saben. Sólo esperaban quizás un “gracias” y una mano estrechada. No pasó y para ellos, como dijo una de las brigadistas más jóvenes, “ya fue”. Se acomodó el casco, se subió a la camioneta y partió a relevar a sus compañeros que venían desde la montaña. Otro día de combate contra las llamas pasó y el resultado que ellos esperan está cada vez más cerca: declarar por extinguidos los incendios.
El resto es anecdótico. Para ellos, los verdaderos héroes, fue otro día en la oficina. Estos “héroes”, a diferencia de los del Congreso, no necesitaban un asado de homenaje (que además en las sierras no puede hacerse). Solo un “gracias”.fuente: La Voz
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