El pequeño de 10 años en estos momentos se encuentra internado en el hospital Garraham atravesando una recaída en su salud que hace que toda la atención médica esté sobre él. Hasta el sábado, estaba bien de salud y de hecho disfrutó el partido de Boca el miércoles pasado y esta semana se iba a someter a las últimas sesiones de quimioterapia.
Sin embargo su salud se complicó y tuvo que ser internado de urgencia a partir de un pico de fiebre que casi llega a los 40 grados y que lo llevó hoy a estar algo perdido. «Me gustaría que Jere esté bien para conocer a Tévez porque así como está no va a disfrutar nada, ni se va a acordar. Que venga y le pase esto ahora… espero que se recupere pronto», señaló el papá quien confesó que «la fe siempre está» por eso pidió que se mantenga una cadena de oración para que se recupere y pueda salir de este estado.
La caída en su salud
Jeremías tiene un tumor en el cerebro. Hace un par de años se lo operaron y le pudieron sacar el 98% pero ese 2% que quedó en una zona complicada le volvió a crecer y ahora está en un 4%. Para combatirlo se sometió a varias quimioterapias y a poco de terminar este proceso sufrió una complicación en su salud.
El sábado pasado a las 4 de la mañana su mamá detectó que tenía muy alta temperatura y fue trasladado de urgencias al Hospital Garrahan. Allí lo dejaron internado y su papá debió viajar de San Juan a Buenos Aires de inmediato junto a su otro hijo, Yutiel (3 años).
«El sábado tenía casi 40 de fiebre y estaba por convulsionar. por suerte están todos los especialistas encima del niño. El Garraham es un hospital de primera. Le pudieron bajar la fiebre y lo dejaron internado. Esta mañana le sacaron líquido de la cabeza y sale marrón, como turbio. Lo han mandado a analizar y en 48 horas estará el resultado», agregó el padre señalando que en las próximas horas el niño podría ser sometido a una nueva intervención quirúrgica.
«Está muy decadido, está como perdido, no presta atención… puede llegar a ser la válvula que no funciona. No se puede sentar, se va para atrás. Nos dice que no sentía las piernas, pero sensibilidad tiene. Los médicos están atentos a a todo lo que puede pasar. Pero dentro de todo está estable. No es el Jeremía que conocemos, activo, que sonríe y siempre tiene algo para hablar. Ahora tiene la mirada muy decaída», finalizó el padre triste por el brusco cambio que ha sufrido en los últimos días y rogando a Dios que pueda recuperar la alegría y la sonrisa que lo caracterizaba.